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MALLAS EN TENSIÓN: LAS PINTURAS DE JAIME FRANCO

Terry Meyers

1991

Nueva York

 

 

En su ensayo “Cuadriculas” de 1979 Rosalind Kraus sugiere que la cuadricula anuncia, entre otras cosas, la ambición de silencio del arte moderno, su hostilidad por la literatura, a lo narrativo y al discurso. En otras palabras ayuda al arte, especialmente al arte abstracto, a hacerse resistente al lenguaje, a la descripción, al contexto y a la representación. Identificándola con una forma persistente de una cantidad significativa de arte en este siglo Krauss describe la cuadricula de la siguiente manera: “Plana, geométrica y ordenada; es antinatural, antimimética, anti–real. Es a lo que el arte se parece cuando da su espalda a la naturaleza.”

 

Desde 1979, sin embargo, una referencia tan precisa se a vuelto más y más difícil de aceptar; muchos pintores contemporáneos han asumido el reto de darle un nuevo vigor a la malla (cuadricula) aumentando sus significados, evidenciando las contradicciones que existen en los limites de un solo trabajo. Dejando de ser tan formal, geométrica u ordenada debido a la resistencia a la “muerte de la pintura” y a las implicaciones de la teoría del caos, el espacio de la cuadrícula en la pintura se ha expandido en muchas direcciones tanto físicas como conceptuales. La relación de la pintura abstracta con la cuadricula es ahora más complicada que nunca por una ambivalencia que se ha tornado vital - en frente del arte abstracto nos vemos frecuentemente ante el dilema de determinar si es cínico, reverente, histórico o ingenuo. Esta situación ha ayudado a incrementar el potencial y la importancia de la comunicación de múltiples y confusos significados de la pintura abstracta. Las pinturas de Jaime Franco encarnan una fuerte relación de amor – odio con la cuadricula.  Con frecuencia delineándola con el solo propósito de ser manipulada, subvertida u oscurecida, sus cuadrículas, parecen cuestionar su propia existencia dentro de los confines de sus seductoras superficies, al tiempo que reafirman su posición central como significativas imágenes que contextualizan la pintura en situaciones que van más allá de lo puramente formal.

 

Cada una de las pinturas de Franco -no estando ancladas en una completa cuadrícula y por el contrarío generando fragmentos de estructuras en  forma de malla- mantiene el interés por los efectos de la pintura sobre la superficie. En muchos de los trabajos, los segmentos lineales externos de una maya amplia e irregular, colocados perpendicularmente a los bordes del bastidor como rodeando su perímetro, están dramáticamente enfatizados. Actuando como un borde literal, estas tramas, usualmente de un color diferente, amarran el trabajo interior de la pintura, atrapándolo de tal forma que los brochazos vigorosos que contiene parecen intensificados por la estructural presión.

 

Desde este punto de vista, su pintura va en contra de la serie de Richard Dibenkorn, Ocean Park quien ha trabajado exclusivamente con la expansión del paisaje. Fácilmente leídas como puertas o mapas (no como vistas), las pinturas de Franco atrapan la energía del proceso constructivo, diagramando unos campos unificados que hacen alusión a orientaciones verticales y horizontales, interiores y exteriores.

 

En otras pinturas Franco extiende la cuadricula a través del lienzo hasta los bordes sin reconocer ningún limite. Estas cuadriculas sugieren un infinito que solo es interrumpido por los limites tangibles de la pintura- por lo menos en las secciones donde se permite la lectura de la malla.   En estos trabajos Franco con frecuencia sumerge una considerable porción de la cuadricula (generalmente la parte superior) bajo un agitado trabajo de pintura traslúcida, cortando con maestría la estructura interior, eliminando la posibilidad de interpretar la cuadricula (en últimas, la pintura misma) como una porción de una maya mayor que continúa mas allá de las dimensiones del bastidor. Las pinturas de Franco son objeto sólido, cosas concretas que se refieren a lo inmaterial sin gritar, que discuten acerca de lo trascendental sin alardear.

 

En los trabajos con múltiples paneles, Franco distribuye sus investigaciones estructurales a lo largo de interrupciones enfáticas(en un tríptico cada uno de los paneles está construido de dos pedazos de lienzo cosidos burdamente) haciendo la ambivalente actitud ante la cuadrícula aún más evidente. Otra pintura tiene el mismo interés usando medios contrarios: en ella la cuadrícula está limitada a una simple intersección creada por el acto de pintar y hacer resaltar el soporte que mantiene tenso el bastidor. Franco prueba que la cuadrícula es algo que puede su manipulado, tergiversado y a menudo hacerse sospechoso como también convertirse en algo inevitable, necesario y frecuente. Estas pinturas son ejemplos claros del hecho que la cuadrícula no es sólo hostil y callada, pero en su lugar abierta y divergente y hace valederas las discusiones que se han presentado alrededor y en contra de ella.

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